martes, 9 de febrero de 2010

Prologo

Al despertar todo se me hizo extraño. ¿Dónde estaba? Cerré los ojos con fuerza y pronto recordé.

Mi familia se había mudado de ciudad. Habíamos dejado nuestra Florida natal para trasladarnos a Texas.
Mi padre había sido trasladado y nos había llevado a toda la familia con él.
Yo era la más reacia a irme. Dejar a mis amigos, mi casa, mi novio. Todo era nuevo para mí.

Mi padre, Ion, era programador en una gran multinacional y el cambio había supuesto un ascenso para él.
Mi madre, Elena, un ama de casa que en ningún momento dudo en seguir a su marido. Mi hermano... a mi hermano le daba igual a donde ir.
Así que mi opinión final no importó mucho para nadie.
- Buenos días Allegra
- Buenos días mama.
- Desayunar rápido, no vayáis a llegar tarde el primer día al instituto.
- ¿Qué más da? Total el curso esta empezado y no nos vamos a enterar de nada.
- Allegra por favor.
- Me callo.
Siempre había sido diferente, era callada, me gustaba más observar que hablar. Por eso me gustaban tan poco los cambios.
- Vamos hermanita, el nuevo instituto nos espera.
Fulmine a Garrett, mi hermano, con la mirada. No entendía que es lo que le gustaba tanto de los cambios.
- No me mires así, seguro que encuentras alguna tribu rara en la que puedas entrar.
- Déjame en paz.
En mi ciudad pertenecía a lo que algunos llamaban, una tribu urbana, aunque nunca lo vi así.
Simplemente eran mis amigos, amigos con los que coincidía en su ideología, ropa y manera de ver la vida.
Garrett en cambio era todo lo contrario a mí. Era alegre, trataba con todo el mundo y solo pensaba en salir de fiesta para conocer chicas.

- ¿Eh? Esto no está nada mal – Dijo Garrett sacándome de mis pensamientos.
Mire a mí alrededor y desee no haberlo hecho.
Solo veía niñas monas y chicos que parecían los gemelos de mi hermano.
- No podía ser peor.
- Nos vemos a la salida, no te metas en líos- Le advirtió Garrett.

Avance hacia la entrada, buscaría la clase y me quedaría allí hasta la hora de salida.
Según caminaba cada vez me sentía más fuera de lugar y desee estar en mi anterior instituto con los viejos amigos.
- Hola ¿eres nueva?
No me di cuenta de que alguien se había situado tras de mí en la fila de la secretaria.
Era una chica bajita con coleta.
- ¿Perdona?
- Te preguntaba si eres nueva. No te conozco.
- Sí, soy nueva.
- Pues encantada. Yo soy Mar. Como eres nueva seguro no conoces a nadie, así que yo voy a ser tu guía. Estoy en el periódico y conozco a todo el mundo.
Según miraba a Mar, me daba cuenta de que era todo lo opuesto a mí. No paraba de parlotear. Aunque reconocía que al menos era simpática.
- Anda vamos, te acompaño a tu clase.
- ¿No tenias que hacer nada en secretaría?
- Sí, pero no era nada urgente.
Mientras la seguía por los pasillos me daba cuenta de que tenía razón, todo el mundo la conocía y la saludaba.
Tampoco dejaba de observar que todo el mundo me miraba. Supongo que ser la nueva en un colegio con las clases empezadas tenía eso, te convertía en la novedad.
- Bueno, pues esta es. Te veo en el comedor ¿vale?
- Si claro.
La clase se hizo menos pesada de lo que esperaba. El nivel era bastante parecido y no me costó seguir el hilo de la clase.
No era mala estudiante, así que por ese lado no iba a tener problemas.
Ya era bastante malo ser la nueva, como para también tener que ser la tonta.
El resto de clases pasaron de la misma manera, así que se hizo bastante corto.
Cuando llegué al comedor sentí una estridente voz llamándome:
- Chica, la chica nueva... Estoy aquí.
Todo el comedor giro a mirarme mientras yo deseaba que la tierra me tragase o se la tragase a ella.
- Perdona, no te he preguntado cómo te llamas.
- Allegra.
- Encantada, ¿Te he dicho que me llamo Mar?
- Si.
- Ven a sentarte con nosotros y te presento al resto.
Me presento a toda la mesa uno por uno, para después hacerme un resumen del resto del comedor. No se dejo a nadie. Bueno a casi nadie.
- ¿Y aquellos?
- Aquellos... es mejor que no te relaciones con ellos. Son niños de papa que solo buscan broncas.
Ellos tampoco se juntan con nosotros. Siempre están metidos en líos. Dicen que son Skinhead.
Mi corazón dio un vuelco. Enemigos. No era cualquiera, eran enemigos para ella. Representaban todo lo que más odiaba en un ser humano.

Mientras les observaba, uno de ellos se volvió a mirarme. Le mantuve la mirada con ojos de desprecio.
El solo sonrió.

- Deja de mirarles, te vas a meter en un lió. – Comento Gail, uno de los chicos de mi mesa.
- ¿Por qué? Si no les gusta que les mire que se vayan a otro sitio
- No es muy inteligente que te metas con ellos en tu primer día, pero tu veras – me avisó mar.
- Seguramente – Respondí

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